sábado, 3 de octubre de 2015

Las 'cantinas', comedores para viejitos

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Son responsabilidad de las autoridades municipales y atienden a ancianos y familias de muy bajos recursos. 'La demanda es bastante grande', dice un trabajador.
Comedor La Casita, en San Miguel del Padrón. (MISCELANEAS DE CUBA)
Sobre la puerta de entrada un cartel con letras rojas: Sistema de Atención a la Familia. Dentro, un televisor Panda encendido con dos ancianos como espectadores. En una de las mesas de hierro destartaladas, otros cuatro ancianos juegan un dominó silencioso.
Todos están vestidos con ropas de mucho uso. Algunos con camisas de milicianos y pantalones verde olivo. Muchos están mal peinados y llevan objetos raros: una lata que nadie sabe para que sirve, un palo para remendar la pata de alguna cama, una jaba llena de bolsas de naylon.
El comedor parece desolado aunque lleno de gente que va y viene con la misma actitud de los comensales. Todo parece gastado y sucio, desde el suelo de granito hasta el mobiliario. En una pared, la tablilla que anuncia el menú del día: arroz, frijoles y huevo hervido.
Los comedores como este son conocidos popularmente como "la cantina" o "el comedor de los viejitos" y son responsabilidad del Poder Popular de cada municipio.
Un gastronómico que lleva diez años trabajando en uno de ellos explica que "son para ancianos de bajos recursos, que no pueden pagarse la alimentación con sus propios ingresos"; aunque en el "comedor" del municipio Cerro hay más de una familia que ha podido acceder por otras situaciones sociales.
"Aquí les damos alimentos por precios muy bajos. Hacemos almuerzo y comida. La demanda es bastante grande", añade el gastronómico.
Alberto Pérez, un hombre de 75 años de edad logró que el trabajador social que "lo atiende" le gestionara una pensión de 45 pesos a él y a su hijo con síndrome de Down. Con ese mismo dinero pagaran el comedor.
"Y seguimos en las mismas —comenta Alberto—, viviendo de la basura. Parece una burla más que una ayuda. Aunque le estoy muy agradecido al trabajador social porque (el comedor) no nos tocaba y el insistió hasta que lo logró".
La calidad de los alimentos es un punto conflictivo, pues es consenso general que "la comida es mala y poca". Sin embargo, el único viejito beneficiado que quiso hablar dice que en su casa "comería peor".
"Mi pensión no me alcanza ni para la mitad de lo que como aquí", añade.
Las "cantinas" no escapan de los rumores de "robos", práctica común en toda Cuba. Pero el gastronómico asegura que en su comedor trata "de elaborar los alimentos lo mejor posible".
"Es el Poder Popular quien los manda y la calidad de la materia prima depende de ellos. Yo me esfuerzo con lo que tengo", afirma.
Sin duda, las "cantinas" significan una ayuda para muchos y la supervivencia para otros. En un país donde la población envejece a pasos acelerados, el Gobierno paga a los jubilados retiros irrisorios y los que no están pensionados y no tienen familia nadie sabe cómo sobreviven.
Para acceder a los servicios de un comedor del Sistema de Atención a la Familia hay que seguir un proceso riguroso.
"Lo primero es ver al trabajador social del área para que evalúe el caso. Hay que indagar los ingresos que tiene el anciano y si tiene hijos porque, si los tiene, son ellos los que deben ocuparse, no nos toca a nosotros", explica Aleida, funcionaria de atención a la población en el Poder Popular de Habana del Este.
Interrogada sobre lo que pasa si los hijos no quieren responsabilizarse, se encoge de hombros.
Por suerte, muchos trabajadores sociales se solidarizan y buscan la manera de beneficiar a personas que no cumplen los requisitos estrictos.
Los trabajadores de los comedores también suelen ser cooperativos. Hace unos días, la "cantina" situada en Línea y 18, Vedado, fue cerrada por funcionarios de Higiene y Epidemiología a causa de un caso de cólera detectado entre los comensales.
La mujer afectada no era de los "censados" en el comedor. Se trataba de un caso de solidaridad: los trabajadores le permitieron comer allí porque no tenía dinero para nada más.
Según cree el gastronómico, los responsables del comedor de Línea y 18 deben haber recibido una reprimenda del Poder Popular. "Se supone que para comer aquí tienes que estar censado. Pero, la verdad, yo también le hubiese servido un plato de comida".
"La mayoría de los que llevamos años trabajando en esto no tenemos corazón para decirle que no a alguien que lo necesite. No importa lo que digan los que trabajan detrás de un buró. Ellos no viven lo que vivimos nosotros todos los días", concluye.

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